ORBEA MONEGROS BIKE MARATHON 2016: La lucha contra el viento.

Siempre es temprano para rendirse. -Norman Vincent Peale-

Imagen: orbea.com

5 horas y 24 minutos. Esto es lo que me costó recorrer los 82 kilómetros en los que quedó la maratón de los Monegros el pasado sábado, contando los avituallamientos y tras cortar, la organización, la marcha por viento muy fuerte y desviarnos al recorrido corto. Aún así, la dureza fue máxima.

Por tercer año acudí a disfrutar de una de las pruebas en BTT con más tradición de España. La ORBEA MONEGROS BIKE MARATHON. Este año, la maratón ,como parte de la preparación para la Quebrantahuesos. Durante el trayecto desde Zaragoza ya se intuía el ambiente que nos íbamos a encontrar en Sariñena (Huesca). Al llegar ya te encuentras con una ambiente inmejorable de los que gustan. mucha gente, muchas bicis y muchas ganas de empezar a pedalear.

Ya se intuía que iba a ser duro por las rachas de viento, pero no tanto. A eso se le sumó que, lamentablemente me tocaría hacerla solo, ya que mi compañero, al final no pudo tomar la salida por problemillas en la rodilla, con lo que le añade un punto más de dureza. Siempre es bueno ir acompañado porque en los momentos malos o de bajón te apoyas en el otro y te vas animando mutuamente. Tocaba tirar de cabeza, otro reto más. Me planteé disfrutarla al máximo. En estos casos el correr solo te ayuda a conocerte más a ti mismo y a superarte constantemente.



La salida se dividió en cajones para evitar las aglomeraciones. A mi me tocó en el último y más numeroso con lo que a las 12:40 se dio la salida. Los primeros kilómetros son los que menos me gustan de estas pruebas tan multitudinarias ya que debido al barro por las lluvias de la noche anterior se formaban tapones los cuales nos obligaban a parar en muchas ocasiones.

El recorrido serpenteaba constantemente entre campos de cultivo y ya sentía el viento fuerte que nos impedía rodar con comodidad en ciertas partes del recorrido. En estos primeros kilómetros reservé fuerzas sabiendo que el viento iba a ser protagonista y la vuelta sería dura. No me equivoqué.

Así, entre barro y viento, llegué al primer avituallamiento muy entero y muy bien de cabeza. Era el kilómetro 34. Rápidamente llené los bidones, comí algo y salí lo antes que pude. Esperaba que hubiera más aglomeración en el avituallamiento pero no fue así, estaba muy bien situado en una zona ancha y con mucho espacio para recoger la comida y bebida.




Según el track a partir allí comenzaba la ascensión más dura y principal de la prueba, la subida hasta el Alto de Piedrafita. Aproximadamente 9 kilómetros de ascensión constante con unos 2,5 kilómetros finales más duros y una última rampa muy dura. Comencé la ascensión con calma. Con un desarrollo suave fui subiendo poco a poco. Ya iba viendo a gente que se quedaba. Los iba pasando despacio. Me encontré muy bien subiendo. Incluso iba hablando con gente de cuanto quedaba o de cuantas fuerzas quedaban. Las vistas durante la ascensión son muy bonitas, incluso se podía apreciar el prepirineo nevado en muchos momentos. También se apreciaba la interminable cola de ciclistas, que allí abajo, sufrían subiendo por esas rampas. Una gran espectáculo.

Llegué a lo alto de este único puerto en el kilómetro 43. Allí, se separan las marchas corta y larga. Nuestra sorpresa fue que por seguridad y debido  a las fuertes rachas de viento y posiblemente también al barro nos desviaron a todos por la ruta corta reduciendo de esta manera unos 35 kilómetros la prueba. Es lo que tiene salir en los cajones traseros. a los que tomaron la salida en los primero cajones sí que le permitieron seguir. Creo que fue una decisión acertada viendo lo que iba sufriendo la gente por detrás por el maldito y gran odiado cierzo. En un primer momento me dio rabia no poder completar la maratón pero por otra parte casi me alegré porque ya estaba empezando a estar harto del viento. Ignorante de mí, no sabía lo que me esperaba.

Después de tomar un gel y hablar con algún participante de las circunstancias, seguí pedalenado hacia la meta. Este trozo es una zona de falsos llanos que discurre entre un pequeño bosque muy bonito y posteriormente por campos muy expuestos y sin protección del viento. Se empezaba a hacer muy duro pedalear, era el kilómetro 47 o 48, quedaban unos 35 y empezaba el sufrimiento de verdad. Mentalmente iba descontando kilómetros y animándome a mi mismo. Y comiendo y bebiendo. El aire en contra se hacía isoportable. Íbamos todos pedaleando a trancas y barrancas una pedalada tras otra. Fueron unos kilómetros insufribles. Pero iba pasando gente. El haber reservado fuerzas al principio me ayudo en estos momentos duros. Seguía descontando.


Una vez salimos del pequeño bosque y comenzamos a pedalear por los campos a merced de aire, pude ver como la gente sufría, se bajaba de la bici y comenzaba a caminar. Las rachas de aire eran insoportables. Por momentos las ráfagas me hacían desplazarme completamente a un lado y hasta estuve a punto de caer en algún momento. Si dejaba de dar pedales automáticamente frenaba en seco. No puse pie a tierra. Poco a poco, y ami ritmo iba descontando kilómetros. Hasta por momentos lo pasaba bien, lo tomé como una aventura. Sabía que físicamente iba muy bien pero aun así no quería forzar hasta el final.

Después de la bajada, muy bonita y a unos 18 para meta estaba situado el último avituallamiento. Paré de nuevo, comí un plátano, bebí una Coca-Cola y rellené los bidones. La idea era estar allí un rato más para descargar un poco las piernas pero tenía tantas ganas de llegar, estaba tan harto de viento que emprendí de nuevo la marcha en 5 minutos. Comenzaba un terreno algo favorable y aunque el viento seguía pegando de cara se podía rodar a un velocidad considerable. Ese tramo lo disfuté mucho, te encuentras en el desierto de monegros con las formaciones características de la zona y además rodando relativamente cómodo. Seguía descontando, sólo quedaban 15 y ya en mi cabeza estaba hecho. Error. 
Imagen: orbea.com
Dejamos ese tramo de desierto y ya nos adentramos en Albalatillo rodando muy rápido a 34-35 con el aire ayudando. De repente se gira a la izquierda y a unos 8 de meta comienza una larga recta entre campos donde el viento volvió a pegar de cara, muy fuerte. Todavía no estaba todo hecho. Cogí mi ritmo y poco a poco seguí pedaleando. Comencé a ver una hilera de ciclistas en fila india, a la derecha del camino, que habían decidido desistir y realizar el resto del camino andando. Yo seguí, me encontraba bien, sufría pero podía ver a lo lejos ya Sariñena. Se me hizo eterno. Intentaba protegerme detrás de algún corredor antes de pasarlo para descansar un poco pero aun así se hizo durísimo.

Finalmente y con mucha gente agolpada, crucé la línea de meta, al fin. La llegada fue algo insulsa, no había arco de llegada y no nos dimos cuanta de que ya habíamos terminado. Supongo que lo quitaron por el viento. Sin embargo y a pesar de lo incómodo del día, acabé muy contento. 

Como avituallamiento final, nos dieron un plato de fideuá con una hamburguesa y una cerveza. La comida dejaba un poco que desear, otros años fue mejor pero después de la paliza casi cualquier cosa sabe bien.


En definitiva, gran experiencia, con muy buenas sensaciones encima de la bici y contento con el rendimiento físico y mental.


Hasta la próxima.


Un abrazo.

Carlos.