Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella. - Séneca -
Hacía una temperatura agradable. Llevaba más de una hora paseando a mi hijo, él iba dormido y decidí sentarme en una terraza a tomar un café (descafeinado claro) y aprovechar a leer un rato. No soy de tomar café pero en ese momento me apeteció. No había ningún cliente en el establecimiento.
Me acerqué a la barra y pedí un café con leche descafeinado de máquina. Mientras lo preparaba pude sentir ese olor a café recién hecho que me hizo, inmediatamente, imaginar el sabor, el cuerpo, la potencia de una buena taza; con la cantidad justa de leche, con un 'pelín' de espuma, ni muy caliente ni muy frío. Como me gusta.
A los dos minutos volvió, me lo sirvió y le pagué.
Me senté en la mesa blanca de la terraza y miré ese café. No era como lo había imaginado. No tenía fuerza, no tenía alma. Estaba aguado, hecho con poco cariño. No era apetecible, no tenía flow.
Entonces pensé, <<¿la efectividad personal se puede aplicar en cualquier profesión? ¿de qué depende? ¿realmente no sabe hacer un buen café? ¿había tenido alguna intención de hacer de ese café el mejor café del mundo?>>
La efectividad de una persona al realizar su trabajo depende de muchos factores pero si no hay una motivación interna que te lleve hacia adelante, si no hay unas ganas de mejorar, si no se pone pasión en lo que se hace, no sirve de nada. Puedes tener un equipo bien organizado, con unas herramientas fantásticas y con el mejor sistema de gestión del mundo pero si no tienen motivación o si no sienten lo que hacen con pasión, irremediablemente pasa que el cliente sale con un café aguado.
Y no depende del tipo de organización, esto ocurre desde en la más pequeña de las cafeterías, como era el caso, hasta en la mayor de las multinacionales con miles de empleados. Por una parte tiene que existir esa motivación interna que te hace avanzar hasta conseguir una satisfacción personal, independientemente de las gratificaciones externas y por otra parte la organización debe y tiene que ser capaz de localizar esa fuente de desmotivación, si la hay y darle la vuelta haciendo que las personas comiencen a sentirse realizados por lo que hacen. Es difícil, pero si eres de los que cuidan a sus empleados (si los tienes) o si te cuidas a ti mismo, no te será complicado conseguir la fórmula para conseguirlo.
Enseguida recordé los años en los que trabajé como camarero en un restaurante para pagar la universidad. Teníamos pasión por lo que hacíamos. No era nuestra profesión, ni seguramente lo iba a ser nunca pero le poníamos todo nuestro empeño en que todo saliera más que bien. Era como un juego.
Casi competíamos sanamente por ver quién hacía el mejor café, el mejor café del mundo. Seguramente, si preguntáramos a los profesionales y entendidos del café, no sería el mejor, ni el mejor hecho, pero a nosotros nos valía y eso, lo transmitíamos a los clientes. Esa pasión.
Mis dos compañeros de rango y yo nos organizábamos eficazmente, cada uno teníamos nuestra función pero a la vez podíamos ayudarnos el uno al otro, éramos un equipo, un equipo muy eficiente. Pasábamos muchas horas sólo con la motivación de querer hacer lo mejor posible.
En ocasiones nos falta ese 'punch' de energía que se tiene cuando se es veinteañero, pero debemos ser capaces de volver a encontrarla y de trabajar para no perderla.
Seguiré esperando el mejor café del mundo.
Un abrazo.
Carlos.
Fotos: el objetivo de María, Manuel Álvarez
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