El que no sabe gozar de la aventura cuando le viene, no se debe quejar si se le pasa. -Miguel de Cervantes.Una nueva aventura, esta vez en bicicleta de carretera. La Gran fondo Cambrils Park. Un fin de semana genial, con un ambiente estupendo en la costa dorada. ¿Qué más se puede pedir?
Para este nuevo reto nos desplazamos Mapi, Noé y yo a Cambrils (Tarragona) para descubrir una prueba de la que hablaban muy bien. La Gran Fondo Cambrils Park te ofrece dos días de ciclismo en un entorno precioso como es El Priorat, tierra de muy buenos vinos en la cual por momentos te sientes casi en el pirineo -salvando las distancias-.
En nuestro caso optamos por la distancia corta de 122 kilómetros con aproximadamente 2000 metros de desnivel acumulado y con previsión también de hacer, al día siguiente la cronoescalada al Castell D´Escornalbou, 3,4 km con una media del 8% y con rampas de hasta el 20%, que ofrecen por el mismo precio. Un formato que nunca había hecho y tenía ganas de ver cómo lo planteaban, en una subida que ya había hecho muchos años antes.
La salida y llegada se realiza desde el camping-resort Cambrils Park -principal patrocinador de la prueba-, un impresionante complejo cerquita de la playa que por estas fechas se llena de aficionados al ciclismo y familiares ya que, ofrece el alojamiento a todos los participantes que así lo deseen.
Llegamos el viernes por la tarde tras un viaje, desde Zaragoza, con lluvia permanente pero sin mucho tráfico. Recogimos las llaves del apartamento que alquilamos en Salou y nos instalamos, esperando a que viniera Javi, Nuria y la peque, Julia. Mientras tanto, fui a recoger el dorsal.
El ambiente de la recogida de dorsales mola, empiezas a sentir ese rollo de las carreras; aunque, en este caso, la lluvia lo deslució un poco. La recogida del dorsal fue perfecta, todo muy bien organizado y no tardé ni 5 minutos en tener los dorsales y el maillot que se regalaba.
Pasé por uno de los dos únicos stands que había en el recinto (no se si era la lluvia pero tan solo había dos puestos montados), compré una gorra y rápidamente al coche porque empezó a caer un buen chaparrón. Espero que no caiga esto mañana -pensé.
Nos levantamos puntuales a las 6:30 y tras el desayuno nos desplazamos en bici a la salida que estaba apenas a 5 kilómetros del apartamento. Hacía frío y algo de aire, pero muy soportable y mucho menos del que preveíamos que iba a haber por las previsiones de días anteriores en la que auguraban medias de 40 km/h y rachas de hasta 70 km/h, por lo que la opción de la vestimenta elegida fue correcta: Camiseta térmica fina con una térmica sin mangas encima para proteger bien el torso y el maillot con manguitos que me permitiría quitarme capas de manera fácil si lo necesitaba, esto junto con el chaleco cortavientos fue por lo que opté. Si duda un acierto.
Con 5 minutos de retraso se dio la salida y empezamos a rodar en grupo, no muy rápido y con el aire molestando. Los primeros kilómetros transcurren callejeando y tras pasar por el Castillo de Villafortuny (ahora convertido en restaurante) rodamos pegados a la costa de Cambrils donde puedes ver el mar y la playa, una imagen preciosa para comenzar.
Llaneando y en grupos para protegerse de aire llegamos a Mont Roig donde comenzamos la ascensión del primer puerto. Lo tomé con calma intentando coger un ritmo constante. La subida, muy tendida y llevadera, son 12 km con un desnivel medio del 4% y alguna rampa dura del 10% hacia el final. No se hizo pesado y coroné Coll Roig bastante fresco. El paisaje comenzaba a ser muy bonito, con los bosques alrededor.
Arriba nos abrigamos adecuadamente para la bajada y llegamos al primer avituallamiento. Decidimos no parar, teníamos agua y comida suficiente y la aglomeración de gente era considerable, con lo que continuamos bajando. Una bajada rápida y preciosa. ¡Como me gusta bajar! Siempre con cuidado y por la derecha ya que la marcha era abierta al tráfico y lo importante es llegar sano y salvo.....
Los siguientes kilómetros nos llevaron por Marça y Falset, y coronando lo que ellos llaman un repecho duro pero que podía considerarse un puerto por sí solo, Gratapolls. Después de la bajada, llegamos al avituallamiento en el que paramos a rellenar agua y comer algo. Un plátano y un par de trozos de naranja que me supieron a gloria.
Comenzamos el siguiente puerto, Escaladei desde la Viella Baixa, 6 kilómetros al 4%. La subida la tomé de nuevo con calma pero de manera constante como las anteriores, guardando para el final pero sin pausa.
Como en la mayoría de marchas con tanta gente (2500 en este caso, entre la larga y la corta), el ambiente era espectacular, siempre rodeado de ciclistas. Intercambié alguna palabra con un par de chicas de Zaragoza y nos dimos ánimos mutuamente.
Coronado Escaladei, llevabamos ya 64 kilómetros y la verdad es que se me estaba pasando muy rápido, eso era buena señal. Las piernas respondían, estaba comiendo y bebiendo bien con lo que estaba disfrutando al máximo. Cada hora, pastilla de sal y comida (gel o barrita), a los 15 y 45 minutos de cada hora agua y cada hora a las medias horas isotónico. De esta manera como y bebo siempre en carrera y me funciona genial. El aporte energético es suficiente contando con que comes algo más en los avituallamientos en los que paras.
Es importantísimo tanto en los entrenamientos como en las marchas, comer y beber constantemente. Evitarás muchos problemas y podrás disfrutar a tope del día. Deshidratación y calambres son consecuencia de no beber y no reponer las sales adecuadamente y las pájaras, de no comer adecuadamente.
Bajando Escaladei tenía la sensación de que solo quedaba un puerto. No llevábamos el perfil y según la organización teníamos que subir cuatro puertos pero ya llevábamos 4 subidas. Quedaban demasiados kilómetros por lo que debía quedar algún puerto en medio antes de la Teixeta.
Así es, comenzamos la ascensión del penúltimo puerto, Porrera, corto pero intenso. Me encontraba muy bien, empecé perfectamente y poco a poco el desnivel iba creciendo. El ultimo kilómetro es especialmente duro y sufrí bastante, no quería exprimirme demasiado porque aún quedaban kilómetros y se me hizo largo. El desnivel era considerable y la dureza de este último kilómetro me hizo darlo todo en la subida. Aquí es cuando cobra sentido el sufrimiento.
Te preguntas por qué y la respuesta la tienes unos pocos metros más arriba. Es tu objetivo, por él sufres y sabes que merece la pena; es lo que toca, a lo que has venido. Las piernas no te responden y aún quedan 40 kilómetros por delante, pero la sensación de felicidad al llegar arriba no es comparable a nada. Tu propia superación te lleva a un estado de felicidad absoluta. Aquí, me descolgué de Javi, que sube mucho mejor que yo.
Arriba paramos unos segundos a coger aire, estirar y comer algo. El cuádriceps me dio un pequeño aviso de calambre y decidí tomar otra pastilla de sal para intentar que no fuera a más. El esfuerzo de estos últimos metros habían pasado factura y uno de mis puntos débiles son los calambres con lo que unos estiramientos y a bajar. Era el kilómetro 80.
De nuevo la bajada espectacular. 5 kilómetros de bajada, 5 de subida y ya lo teníamos (casi). Tenía en la cabeza desde el principio guardar para darlo todo en la Teixeta, ultima dificultad, 5 kilómetros con 5% de desnivel medio y 8% de máximo. Comenzamos a subir con cadencia. Empecé a tope pero regulando para llegar bien al final. Adelantábamos a mucha gente que ya iba muerta, nosotros parecía que íbamos con motor. Seguimos comiéndonos los kilómetros a fuego, exprimiéndonos. Me encontraba genial y con fuerzas para poder darlo todo.
3, 2, ¡último kilómetro! Se me había pasado volando esta ascensión. Es lo que pasa cuando subes rápido...
Arriba nos esperaba el último avituallamiento con un aire infernal que me dejó helado. Nos comimos el mejor mini-bocadillo de jamón-york con pan con tomate que me he comido jamás; estaba hasta las narices de tanta barrita y tanto gel.
Después de un pequeño repecho empezamos la bajada. Una bajada preciosa y muy ratonera que nos llevaría hasta el pantano de Riudecanyes. A partir de aquí todo fácil y rápido hasta Cambrils.
En la bajada volvimos a disfrutar. Continuas curvas a izquierda y a derecha en una carretera estrecha y con un paisaje envidiable. El viento que empezó de nuevo a soplar con fuerza y en ocasiones de cara. Llegamos a Duesaigües y de allí a Riudecanyes. La vuelta la hicimos a fuego, 55 km/hora llaneando con el aire favorable y uniéndonos a grupetas que nos hacían volar. Estos últimos 30 kilómetros nos los cominos apretando pero sin darnos cuenta.
Llegada a meta en 5 horas y 29 minutos (5h 11' en movimiento) con las chicas y los peques esperando y animando. Recogimos la bolsa de corredor y la comida, un plato de ensalada de pasta y una cervecita para reponer fuerzas.
Ya solo quedaba volver al apartamento y recuperar para el segundo día. La cronoescalada al Castell D´Escornalbou. Pero eso os lo cuento en otro post.
La valoración final es totalmente positiva tanto por mi rendimiento como por la marcha es si. Comí y bebí muy bien, las sales las tomé en los momentos adecuados y me ayudaron a evitar los calambres, con lo que seguiré utilizando esta forma de utilizarlas.
La marcha es muy bonita, pasa por unos paisajes preciosos de montaña y rodeas los viñedos de la zona. La organización me pareció perfecta. Sin colas para el maillot a la hora que fui, sobre las 20:00. La salida, señalización de los puertos y cruces y demás servicios, excelentes. Vi muchos voluntarios/trabajadores en los cruces y curvas y no tuvimos ningún problema.
También vimos a lo largo de la marcha, ambulancias que estaban continuamente en el recorrido y algún coche de asistencia mecánica que, afortunadamente, no necesitamos. Los avituallamientos, correctos, aunque pienso que Aquarius no es precisamente lo más adecuado para avituallar ya que no es isotónico pero salvo eso le doy muy buena nota y la recomendaría a todo el mundo. Felicitaciones. Seguro que volveré.