Ese preciado tesoro llamado tiempo

 

El tiempo es un invento humano. ¿O no? Que un minuto tiene sesenta segundos lo hemos aceptado todos, pero en este modo de vida actual parece que ese minuto fuese menos tiempo. Una era del furor como la llama Carl Honoré en su libro El elogio de la lentitud.

Lo que es cierto es que controlar el tiempo es imposible. En la mayoría de las ocasiones intentamos estirar ese minuto, esa hora, ese día, llenándolo de quehaceres. Vivimos en una época en la que el dicho el tiempo es oro lo hemos interiorizado de tal manera que intentamos llenarlo a cualquier precio. 

Quizá sea porque estamos escapando de nosotros mismos o porque pretendemos tachar cuantas más tareas de nuestra lista lo más rápido posible para poder dedicarnos a lo que realmente queremos hacer, y a esto último, incomprensiblemente, le dedicamos menos tiempo del que deberíamos. 

Porque el problema es que no sabemos parar y disfrutar de cualquier actividad sin mirar el reloj. No tenemos tiempo para leer pero en cambio dedicamos horas a mirar el smartphone que nos absorbe haciendo que nuestro cerebro genere esa dopamina que nos hace más adictos cada día.

Por eso trabajo en liberarme de esa droga. Y a raíz de todo esto no somos capaces de ver una película sin mirar el móvil, de leer un libro y permanecer inmerso en la lectura sin pensar en otra cosa. Piénsalo. ¿Te está pasando? ¿Eres capaz de estar cinco minutos sin hacer nada? Sin hacer nada significa nada de nada. Simplemente estar, mirar al horizonte y respirar.

Otra de las cosas que los seres humanos hemos querido dominar es la gestión del tiempo. Yo el primero. Desde que tengo uso de razón he intentado planificar lo importante. Y lo sigo haciendo. He aprendido a dejar más cosas al libre albedrío pero todavía no me siento cómodo sin tener un mínimo de control.

Lo cierto es que hacer una buena gestión de tu tiempo te ahorra dolores de cabeza y hace que tu vida tenga un poco menos de estrés. Pero una adecuada gestión de tiempo no es llenar cada minuto con actividades y obligaciones, es elegir en cada momento lo mejor que puedes hacer para ser más productivo y eficiente en tu trabajo, para sentirte mejor cada día, para ser mejor persona, para crecer personalmente o simplemente para disfrutar. 

Así, al redefinir nuestro enfoque hacia el tiempo, podemos aliviar dolores de cabeza, reducir el estrés y construir un presente significativo; crucial no solo para el ahora, sino también para el futuro.

Oliver Burkeman nos da una clave en su libro Cuatro mil semanas: gestión del tiempo para mortales: Págate a ti mismo el primero cuando se trata de tiempo. Dedícate el tiempo que sea necesario para tu propio beneficio. Ya sea en tu trabajo, para completar tus tareas en primer lugar, o en tu vida personal para hacer lo que más te importa.

El paso del tiempo es inevitable, como quieras utilizarlo depende de ti y de tus circunstancias. Bailar con el momento forma parte de este juego. Moldéalo a tu gusto. A veces los seres humanos deseamos ser más jóvenes bien porque la energía no de la misma o porque creemos que éramos más felices.

Me gusta pensar en el pasado, todo lo que he vivido y lo que era y soy, pero no me gustaría volver a él. Tengo una curiosidad inmensa por ver que me depara el futuro. Sea como sea y quiero seguir recogiendo las herramientas para poder lidiar con lo que venga. 

El tiempo pasado nos hizo lo que somos ahora, el tiempo presente determina lo que somos ahora y el tiempo futuro lo creamos ahora. El ahora es lo importante. No podemos ir en contra del tiempo debemos disfrutar de él y de todo lo que nos ofrece.

Y, en unos años, al echar la vista atrás, lo importante no será lo que hemos conseguido sino lo que hemos vivido, ese conjunto de sensaciones, experiencias y aprendizajes. Buenos y malos momentos, todo suma y de todo se aprende.

El tiempo dirá.