Cómo prepararse mentalmente para las vacaciones

Uno de los momentos del año más deseados por todos es el día que empezamos las vacaciones. El descanso merecido. Una recompensa a todo el esfuerzo realizado a lo largo del año.



Unos momentos de desconexión para recargar energía y estar con los que más quieres. Una época para viajar sin preocupaciones laborales o disfrutar del tiempo libre tumbado en la playa o paseando por la montaña.

Todo es felicidad y relajación o, al menos, todos pensamos que así debería ser. En cambio, en ocasiones, estos días son diferentes a lo que crees que deberían ser. Te sientes raro, ansioso, tenso e incluso apático. Los primeros días estas desubicado y nervioso. Te preguntas cómo puede ser. Estás de vacaciones y deberías sentirte bien.

La respuesta está en la inercia vital. Sometes tu cuerpo y tu mente a un nivel de estrés muy por encima de tus posibilidades durante todo el año y no desaparece por arte de magia el primer día de vacaciones. Has acostumbrado a tu cuerpo a trabajar día tras día de una manera y revertir esa velocidad de vida no se consigue fácilmente.

Y te frustras y te preguntas porqué.

Debes aprender a desacelerar y a disfrutar de vacaciones, lo mereces. Es una época que implica cambiar de modo de vida por unos días. Y eso, en ocasiones, no resulta fácil ni cómodo. Este tiempo de meditación, de relajación y de detener tu rutina es tan necesario que prepararse para ello debería formar parte de un estilo de vida sano.

Estamos acostumbrados a vivir desmesuradamente. Vamos a mil por la vida. No nos permitimos un descanso. No dejamos de pensar ni por un segundo y llenamos cada hueco de nuestra existencia como si tuviéramos que estar haciendo algo en todo momento. Parar nos da miedo. Nos sentimos incómodos si no hacemos nada y todo como consecuencia del alto nivel de estrés al que hemos habituado a nuestro cuerpo.

Afortunadamente tenemos herramientas para prevenirlo. Pero si no aprendes a usarlas, y lo mas importante, empiezas a utilizarlas, no te servirán de nada.

Desde hace muchos años vengo implementando una serie de rutinas para preparar mi cuerpo y mi mente para disfrutar de las vacaciones profundamente. Quiero compartirlas contigo porque es algo que hará que sientas este tiempo de ocio de otra manera y que lo aproveches como mereces.

Empieza un mes antes. Tómate unas vacaciones mentales durante esos treinta días previos. Para ello:

No comiences proyectos nuevos. Ni personales ni, si es posible, profesionales. No es momento de estar pendiente de nuevos retos y de tener la cabeza ocupada. Todo lo contario.

Cierra temas pendientes. Sobre todo, mentales. Coge una libreta y anota todo lo que te ocupa y preocupa. Encuentra una solución o simplemente déjalo ir. Si practicas journaling, hazlo durante ese momento. Es, junto con la meditación, el hábito más potente que puedes adquirir. Ata cabos sueltos. Identifica todo aquello en lo que no puedes dejar de pensar y haz algo. Si no puedes acabar con ello en este momento, déjalo aparcado. No continúes intentando encontrar una solución. Termina de una vez con ese tema que tienes entre manos y que te ronda. Elimina cualquier tipo de actividad que te suponga tener que estar mentalmente pendiente.

Empieza poco a poco a cambiar tus rutinas para adaptarlas a las de tus próximas vacaciones. Comienza a tomarte más tiempo para otras actividades de ocio.

Cada día, tómate un momento para no hacer nada. Dedica 5 minutos a estar en quietud de manera consciente para que tu mente se vaya acostumbrando a este estado.

Deja de lado las redes sociales, prensa y demás fuentes de información innecesaria.

Hace tiempo que decidí no leer la prensa. De vez en cuando desinstalo cualquier tipo de red social de mi teléfono. Aunque no soy muy activo en ellas, he instaurado el hábito de permanecer más enfocado eliminando ruido innecesario. Es francamente liberador. Y hasta me he planteado eliminarlas definitivamente de mi vida.

No entres en conflictos, aunque sea algo que en ese momento consideres necesario. Se imperturbable. Prioriza la serenidad frente a la excitación. Ve llevando tu cuerpo y tu mente poco a poco a un estado de calma.

Disminuye la velocidad de tus acciones. Camina más lento, habla más lento, muévete más lento, lee más lento... Obliga a tu cuerpo a desacelerar. Tú pones el ritmo al que quieres vivir. Al principio será duro. Recuerda esa inercia vital que comentaba al principio. El cuerpo y la mente son sabios e irán frenando al ritmo del compás que tú les marques.

Visualiza cómo te quieres sentir y qué debes hacer para conseguirlo. La visualización es una técnica muy potente de motivación y preparación ante diversos acontecimientos. Las personas que necesitan un alto grado de concentración para desempeñar su profesión, como algunos deportistas profesionales, utilizan esta técnica para entrenar su mente ante lo que puede ocurrir y ver de ante mano qué necesitan hacer y cómo necesitan desenvolverse ante las mismas.

Pero el mejor consejo que te puedo dar para poder desacelerar es no acelerar demasiado durante el resto del año. Permanecer en niveles de estrés tolerables y fácilmente reversibles. Cambia rutinas, establece nuevos hábitos, aprende a organizarte eficientemente, haz deporte, pero deporte de verdad. Trabaja para que esto sea una realidad. Es un trabajo duro, pero altamente satisfactorio.



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