Por qué no debes guardar tu mejor vino para la ocasión perfecta

Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo. (Benjamin Franklin) 


Sábado, 11:34. Estoy delante del espejo terminando de arreglarme para salir. Sólo me queda el último detalle. Cojo mi perfume favorito, ese que sólo utilizo en ocasiones especiales. Rocío mi cuello y me doy cuenta de que algo no está bien. Este no es mi perfume. >>pero, ¿qué ha ocurrido?—me pregunto.

El olor tan característico y que tanto me gustaba ha desaparecido. Ahora se aprecia un olor a alcohol que tiraría para atrás al químico más preciado. Enseguida me doy cuenta. Llevo utilizando ese mismo bote tanto tiempo que la esencia ha desaparecido, se ha evaporado. Me he quedado sin mi perfume favorito y no he podido disfrutarlo hasta la última gota.

Desde entonces decidí que no iba a guardarme mis mejores colonias o perfumes para ocasiones especiales, los iba a disfrutar en cuanto tuviera la ocasión. Decidí también, que no iba a guardar mis mejores botellas de vino para las ocasiones especiales, las iba a disfrutar en cuanto me apeteciera. No iba a dejar para más adelante la posibilidad de vivir experiencias, las iba a vivir en cuanto se me planteara la más mínima oportunidad. Iba a vivirlo todo porque puede que el tren nunca vuelva a pasar.
Si eres como la mayoría, siempre postergas oportunidades de hacer cosas. Todos los hacemos. Ya lo haré más adelante. Ya haré ese curso que me gusta en otro momento mejor o, ya haré ese viaje cuando me encuentre más animado. Esa botella tan especial, la guardaré para cuando mi hijo acabe la carrera (cuando ya es vinagre). Tengo la oportunidad de mejorar mi organización personal mediante un nuevo método que he aprendido pero ya lo haré, es muy difícil, me da pereza. ¿Te suena?

El vivir de la manera que decidí tras quedarme sin mi bote de colonia, implica salir más a menudo de nuestra famosa zona de confort, a arriesgarnos, a vivir más y mejor. A vivir cosas que nos enriquecerán el resto de la vida y que no sabemos si volveremos a ser poseedores de la oportunidad de crecer viviendo. Es una forma de Carpe diem del que tanto el mundo habla pero que muy pocos saben de qué se trata y lo confunden con descontrol, libre albedrío y juerga continua.



No es necesario subir al monte Everest o dar la vuelta al mundo en bicicleta (si lo estás pensando y necesitas un compañero, llámame), hablo de todas las pequeñas cosas de las que nos privamos por quizá, pensar que no las merecemos en ese momento o que sólo son para ocasiones importantes.

Que mejor momento que un día cualquiera con tu pareja o tus amigos para disfrutar de la mejor de las cenas o de tu mejor botella de vino o incluso de hacer ese viaje que siempre has querido ahora que tienes la oportunidad.  Porque si, porque es lo que quieres, porque te da la gana.

Recuerdo lo que cuenta Valentí Sanjuan, periodista, Youtuber, experto en marketing y generación de contenidos  y deportista extremo. Su madre, lamentablemente,  murió de cáncer cuando sólo le faltaba un mes para jubilarse. Había ahorrado para comprarse un equipo nuevo de esquí. Quería comprarlo para celebrar su jubilación pero nunca pudo estrenarlo. A eso me refiero, a comprarse el equipo de esquí ahora mismo.

Continuamente veo a gente que está tan acomodada en su ‘zona’ que ni si quiera se arriesga a levantarse del sofá a coger el mando a distancia. No hace falta que les diga lo que se están perdiendo. Normalmente suele ser la gente que más se queja, que cree que la culpa de todo la tienen los demás y que (por envidia) le molesta la gente que  es feliz haciendo las cosas que le gustan en el momento que les apetece. También es gente a la que el miedo le atenaza de tal manera que le impide ver más allá. No seas uno de ellos. Cambia.

Estamos tan pendientes de hacer planes para el futuro que nos olvidamos de disfrutar. Es bueno y necesario planificar para poder tener un control de nuestra vida. Pero no dejes  de aprovechar las oportunidades.

Esto es extrapolable  a tu entorno laboral. Tendemos a acomodarnos en nuestra posición. Tienes que aprender a arriesgar, a asumir más retos, a ser proactivo en vez de reactivo y a experimentar nuevas oportunidades de mejorar cada día. Trabajar para mejorar tu eficiencia te dará más tiempo para poder asumir nuevas responsabilidades y crecer profesionalmente o por lo menos te ayudará  a reducir el estrés y  a tener una visión diferente de tu carga de trabajo que, aun siendo la misma o incluso mayor, tendrás más control sobre ella.

Trabaja para ti, por ti.

Yo, mientras, me iré a beber, ahora, mi mejor botella de vino. ¿Quién se apunta?

Un abrazo.
Carlos.


Foto: Paolo Vimercati, Alberto Pérez

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