El pasado domingo corrí la 10K de Zaragoza 2023. Hace diez años, en 2013, corría mi primera carrera, precisamente esta misma 10K. Y en este 2023 decidí correrla para celebrarlo. Si nos ceñimos a la realidad, la de 2013 no fue mi primera carrera. Aún me recuerdo corriendo junto a mi madre la mítica carrera del Pryca en Zaragoza allá por los años 90 cuando era un niño.
El deporte siempre ha
formado parte de mi vida, desde mi infancia hasta ya bien entrada la edad de
adulto. Tras unos años de no practicarlo necesitaba moverme. Mi cuerpo, pero
sobre todo mi mente me lo pedía. Empecé a ir en bici y a participar en alguna
carrera popular. Poco más tarde empecé a correr. Quizá porque correr requiere
mucho menos tiempo o por probar, no lo recuerdo muy bien. El hecho es que me
enganchó y mucho. Llegar a correr treinta minutos seguido fue un hito —quién lo
diría. Pero por algo se empieza.
Por aquel entonces no
sabía nada ni de ropa técnica, ni de zapatillas específicas de correr, ni de nada
de eso. Tenía un reloj con cronómetro, unas zapatillas de deporte y poco más. No se necesita nada más para correr. No se
necesitan la últimas zapatillas del mercado ni el último reloj con GPS, que te
hace electrocardiogramas para decirte que te estas muriendo en el kilómetro nueve de un diez mil cuando vas a tope de pulsaciones. Nada de eso va a hacer que
quieras salir a correr si no lo llevas dentro.
Poco a poco y con
constancia comencé a recorrer distancias más largas y un poco más rápido. Aunque
no me he caracterizado nunca por la rapidez ni me ha interesado mucho los
tiempos. Sí que me he marcado objetivos y lo sigo haciendo ya que creo que son
buenos para no perder la motivación, pero correr unos segundos más rápido por kilómetro
no me ha supuesto nunca dolores de cabeza.
Entre kilómetros y kilómetros, de noche, de día, bajo la lluvia y la niebla pensaba en nuevos retos. Y así surgió correr una media maratón. Creí que estaba preparado. Entrené como pude, y en marzo de 2014 crucé la meta de mi primera media maratón. Una gran experiencia. Yo seguía corriendo y ¿ahora? —me preguntaba. En septiembre de ese año estaba con mi mujer viendo la llegada del maratón de Zaragoza. Veía a la gente llegar, y aunque estaban realmente destrozados, su cara de felicidad lo decía todo. Y pensé: quiero correr un maratón, quiero experimentar que se siente a hacerlo. Precipitadamente me apunte al maratón de Barcelona del año siguiente. Empecé a entrenar y todo iba estupendamente hasta que a las pocas semanas de debutar me lesioné. Un dolor en la cintilla iliotibial me impedía correr —algo que ha sido recurrente en mi cuando he hecho grandes volúmenes de trabajo. Y tuve que posponerlo.
Una operación de tobillo y tres años después
debuté en esta mágica distancia: El Maratón. Algo inolvidable. Fue el 13
de mayo de 2018 en mi ciudad, en Zaragoza. Un día mágico donde empezó mi
pasión por esta distancia que he repetido dos veces más en Valencia
en 2021 y de nuevo en Zaragoza
en 2023.
Una maratón es algo
diferente. Tiene esa mezcla entre lo físico y lo mental que la hace especial.
Todo el entrenamiento y el sacrificio merece la pena. Nunca antes he sentido lo
que he sentido cruzando la meta de un maratón, es sublime.
Tras el maratón de
Valencia escribí esto que define perfectamente lo que representa el maratón
para mí:
La sensación de realización es grandiosa. Estás muerto, pero más vivo que nunca. Tus piernas no pueden dar un paso más pero estás eufórico, eres imbatible. Feliz.
Correr significa mucho más que salir a trotar. Hace que sientas cosas que nunca vas a poder sentir de ninguna otra manera. Sirve para desestresar, liberar la mente y auto motivarte. Aumenta tu creatividad, tu felicidad y tus ganar de continuar adelante. Eres mejor persona y mejor ser humano. Te hace física y mentalmente más fuerte. No necesitas nada más que una camiseta, un pantalón y unas zapatillas, y ni si quiera eso. No se trata de ser el más rápido sino de encontrar el mayor grado de felicidad. Yo seguiré hasta que no pueda más. Porque si algo te gusta hazlo hasta el final.
Diez años en los que correr se ha hecho para mí algo vital. Parece mentira que algo como ponerse unas zapatillas y salir a correr libre, suponga tanto para muchas personas. No es algo casual, como ya se ha demostrado, correr no solo mejora tu estado de forma, sino que mejora tu estado mental. Es una terapia para muchos.
Y no están tan lejos de
la realidad. Las mejoras que se generan en el cerebro la práctica del deporte y
del running en particular son varias
tal y como ya han demostrado varios estudios. Mejora la capacidad cognitiva, la
resistencia, reduce los niveles de estrés y proporciona una gran sensación de
bienestar.
Pero más allá de todo
esto, correr te hace más feliz o, por lo menos a mí me lo hace.
No solo me ha ayudado a
desconectar o a soltar toda la tensión diaria, sino que me ha ayudado también a
superarme y a motivarme. Es un deporte tan mental que todo ese trabajo
que haces de concentración y sacrificio puedes aplicarlo también a tu vida
diaria haciendo que todo fluya y mejore.
Desde que tengo registros
(junio de 2013) he corrido casi 9.000 kilómetros (8.916,9 exactamente). Cientos
de horas conmigo mismo y mis pensamientos o ausencia de ellos. Espero poder
correr otros nueve mil al menos.
Desde entonces, de las 51
carreras en las que he participado, 36 han sido corriendo. Entre ellas: 3
maratones, 10 medias maratones, varias 10K, 5K, San Silvestres y otras, entre
las que puedo destacar la Behobia San Sebastián. Si quieres saber el listado
completo lo puedes consultar aquí.