Quedan unos días para que acabe el año y como siempre os comparto mi resumen anual.
Ya son ocho años publicando este resumen. Aquí tienes los de los años: 2016, 2017, 2018, 2020, 2021, 2022 y 2023. En 2019 no lo publiqué. Es un ejercicio personal de reflexión. Como cada fin de año, repaso todo lo que he vivido durante los últimos 365 días y saco conclusiones. El resultado, o parte de él, os lo comparto aquí cada diciembre. El verdadero repaso lo hago interiormente, aquí dejo solo lo más destacado.
Plaza de La Corredera, Córdoba. 8 de diciembre de 2024.
Para hacer mi repaso anual me sirvo de mis notas, que tomo periódicamente como parte de mi rutina de journaling, fotografías, recuerdos y sensaciones. No me canso de repetir cada año que deberías hacerlo. Es para mí, insustituible. Este repaso para mi es fundamental para mantener la mente clara y enfocada. Me sirve para ver en que he mejorado y en que puedo mejorar. Me sirve como escape vital y como camino para no perder el rumbo.
El año comenzó algo enfermo, un virus hizo que me pasara en la cama gran parte de las navidades. El año pasado anoté que quería aprender más sobre relajación profunda. No lo he hecho. Aún así, en general ha sido un año en el que me he encontrado bastante relajado en general.
En lo deportivo he podido terminar mi cuarta maratón. Correr un maratón es indescriptible. Quién lo diría cuando empecé a correr por necesidad; para liberar mi mente, que acabaría por completar cuatro maratones. No fue mi mejor maratón, ni estuvo bien preparado, pero lo hice. Tienes la crónica aquí.
Laboralmente he mantenido mi nivel habitual de productividad. Hace años que mantengo un buen nivel. Este año quiero optimizar aún más mi sistema para lograr aún más minimizar el impacto de las tareas no planificadas que llegan sin avisar. Creo que es el momento de incorporar nuevos hábitos que me hagan igual o más productivo si cabe con un mayor nivel de control.
En lo personal ha sido un año tranquilo en lo general. He podido disfrutar de la familia que es lo más importante. Todo el tiempo que pueda dedicarles es la mejor inversión no solo para el presente sino para el futuro. Creo que es el momento de dar un paso adelante en la optimización personal; tanto en mi forma física como en mi desarrollo personal. Subir otro escalón. Para ello, aumentaré las horas de ejercicio, de lectura, de reflexión y de escritura. Creo que mentalmente estoy mejor que nunca y todo gracias al trabajo de los últimos años. Un trabajo interior que al final da sus frutos.
Uno de los hitos de este 2024 que nos deja es el lanzamiento de mi newsletter en Substack. Productividad, simplicidad y alto rendimiento. Estuve un año metido en la plataforma y decidí que era el sitio adecuado para poner en marcha esta idea que se lleva forjando tiempo en mi mente. Aún no le puedo dedicar el tiempo que quisiera pero un boletín a la semana creo que es suficiente por ahora. Ya os adelanto que habrá alguna novedad para el año que viene. Si aún no te has suscrito puedes hacerlo aquí. Ya somos 180. Gracias.
Lo mejor que he escrito este año
- Como crear tu ayuno mental.
- Maratón de Zaragoza 2024.
- Los cuatro pilares de la productividad personal.
- El libro que cambió mi vida.
- La química de la felicidad.
Descubrimientos del año
- La Mezquita de Córdoba.
- La inteligencia artificial, sobre todo Chatgtp y Copilot.
Mi año en números
- 5 artículos en el blog
- 20 newsletters enviadas. Suscríbete aquí para recibirla cada semana. y si quieres ver las publicaciones anteriores lo puedes hacer desde la app.
- 180 suscriptores en la newsletter y 49 en el blog (éramos más de 350 pero por cambios en las leyes de protección de datos tuve que eliminar a la mayoría).
- 7 carreras. Entre ellas un maratón y dos medias maratones. Listado completo aquí.
- 4 libros leídos (el números más bajo de los últimos 8 años). Listado completo aquí.
- 219 días de trabajo.
- 1.334 kilómetros corridos en 125 horas.
- 308 kilómetros en bicicleta en 18,5 horas.
- 24.478 minutos de música escuchada (hasta el 31 de octubre).
Algo nuevo que he aprendido este año
- Aunque el tiempo dedicado a los demás es valioso, el que te dedicas a ti es incalculable.
- Cocinar migas a la aragonesa.
En 2025…
- Cumpliré 44 años.
- Orbea Monegros Bike Marathon Desert. (Mi sexta participación).
- Behobia-San Sebastián (tercera participación).
- Aumentar las horas de entrenamiento.
- Continuar con al menos una newsletter semanal (suscríbete aquí)
- Aprender meditación Zen.
- Fortalecimiento general.
- Trabajar la relajación.
- Leer más.
- Crear un sistema de rutinas de lectura y escritura.
- Optimización personal: Descanso , alimentación y ejercicio.
- Seguir creciendo y aprendiendo.
Espero que pases unas felices fiestas y que el próximo año sea el mejor de tu vida.
Un abrazo,
Carlos.
Quizá haya sido la maratón menos preparada, tanto física como mentalmente. Hace ocho semanas no iba a participar. He estado todo el año y parte del anterior decidiendo si quería correr en Zaragoza o irme a Madrid, pero lo que de verdad me hacía ilusión era correr, de una vez por todas, la media maratón de Cambrils, y es a lo que dedique mi entrenamiento los primeros dos meses del año. Por eso en mi cabeza no estaba el maratón -todavía- y ni se le esperaba.
Pero algo cambió y una inscripción cayó en mis manos. Un colega, Fernando, me cedió la suya ya que no podía correr debido a una lesión (recupérate pronto, te debo un maratón) y por no perderla me apunté. Y entrené, sí, entrené, pero sin mucho orden. Menos kilómetros, aunque creo que suficientes. La verdad es que las sensaciones eran inmejorables. Había conseguido mi mejor marca en media maratón dos veces seguidas en los meses anteriores lo que quería decir que estaba en buena forma. Pero para correr un maratón debes tener la cabeza cien por cien dentro. Y la mía aún no estaba. Pero lo estuvo.
El martes anterior empecé a no encontrarme muy bien. Noté un cansancio extremo. Fueron tres días en los que veía que no podría correr. Algo me pasaba. No supe muy bien que fue, pero hasta el viernes no me encontré bien. Sigo pensando que cogí algún virus.
Llegó el domingo.
Roberto, que corría la carrera de diez kilómetros, me recogió y aparcamos cerca de la salida media hora antes. Suficiente. Realizamos en breve calentamiento y enseguida me metí en mi cajón. Llevaba el dorsal rojo (de 3 horas 30 minutos a 4 horas). Tenía dudas hasta de si la iba a acabar conque decidí ir con la libre desde la salida hasta al menos la media maratón y allí decidiría que hacer.
Se dio la salida puntual a las 8:29 desde la magnífica Plaza del Pilar. La música y el ambiente me hicieron meterme de lleno desde el inicio. Estaba tranquilo, confiado y dispuesto a disfrutar lo que mi cuerpo me dejara.
Los primeros metros son muy lentos. Un giro estrecho hacia la derecha hace que se genere un embotellamiento -deberían mejorar esto- y no se pueda correr.
Los primeros kilómetros pasan tranquilos. Tengo energía y me encuentro fenomenal. Pero, de repente, sobre el kilómetro siete, noto que algo no va bien. Aparece una molestia en uno de los dedos del pie derecho. Noto una rozadura que va aumentando poco a poco. Si esto sigue aumentando me tendré que parar —pensé. Durante unos minutos intenté mover el pie dentro de la zapatilla para liberar un poco la rozadura y, afortunadamente dejó de dolerme. Menos mal.
Con todo esto ya habíamos pasado el segundo avituallamiento en el kilómetro diez y la cosa iba perfecta. Seguía con la liebre dentro de un buen grupo y con un ritmo más que asequible de entre 5:30 y 5:40. En mi cabeza solo estaba aguantar con la liebre al menos hasta la media maratón, algo que me resultaría bastante fácil y luego ya vería. Pasamos el kilómetro 15 y nos acercamos a la media maratón.
La temperatura empezaba a subir pero no la notaba demasiado. Me hidraté fantásticamente durante toda la carrera lo que hizo que no notara apenas el calor. También ayudó que durante la segunda parte del recorrido había bastantes zonas de sombra.
Cruzamos la media maratón en 1h58min. Algo más de un minuto de adelanto. Íbamos muy bien. Mi próximo objetivo era aguantar hasta al menos el 31 que es donde empieza los más duro.
Seguimos en grupo y a un ritmo más o menos constante. La liebre, David, nos lleva en el tiempo adecuado. Yo me encontraba muy bien. Pasamos el kilómetro 26 en la zona de Echegaray y caballero e iba mucho más fuerte que el año pasado por ese punto. Correr en grupo te ayuda mucho. Vas arropado y ahorras energía. Eso lo estaba notando. Ya estaba visualizando el famoso muro que dicen que aparece el 30. Llegamos a ese punto y allí, en el avituallamiento, nos preparamos para lo más duro.
Otro gel y empezamos la zona de mayor desnivel. El maratón es una carrera diferente. Te encuentras estupendamente durante tres horas, sin ningún signo de cansancio y, de repente, te azota en todo tu ser y te manda a besar la lona sin remedio ni explicación alguna. Pues eso es lo que me pasó. Empezamos a subir la Avenida de San José y empecé a perder el grupo ligeramente. En esas circunstancias perder un grupo es firmar tu sentencia de muerte.
Sorprendentemente no intenté alcanzarla al principio. Sino que me mantuve a pocos metros. Al girar en Tenor Fleta volví a contactar, pero de nuevo giramos en el paseo de Cuéllar y empezamos la parte más dura. Una subida que a esas alturas de la carrera se hace durísima. Allí de nuevo perdí el grupo. No podía ir más deprisa, la energía no era la misma que antes y decidí no ir a por ellos. En este caso tiré de experiencia y preferí guardar algo para el final que caer en el intento de bajar de las cuatro horas que era, en ese momento, el ritmo que llevábamos.
Durante la interminable subida perdí definitivamente al grupo. Toca sufrir otra vez —pensé. Bajé el ritmo y llegamos a la zona del canal. Ese tramo de un par de kilómetros fue quizá el peor de toda la carrera. Lo pasé bastante mal. Notaba que no tenía energía para ir más deprisa y empecé a perder entre 40 y 50 segundos por kilómetro. No era buen momento. Mi cabeza me decía ferozmente que me parase allí mismo. Que acabara con esto. Pero en realidad un maratón se trata de vencerte a ti mismo. Se trata de no rendirse a la primera y de ver hasta donde puedes llegar (de una manera racional, somos amateurs, corremos por pasión). Se trata de visualizar el final y de adaptarse a cada circunstancia. Porque en un maratón pasan muchas cosas. Es una montaña rusa de emociones. Y hay que intentar disfrutarlas al máximo. Pero con cabeza.
Seguí en mi calvario particular. Pasé el kilómetro 37. A estas alturas ya prácticamente sabes que lo vas a conseguir, pero esos últimos cinco kilómetros pueden ser un infierno. Giré de nuevo en Tenor Fleta con un sol cayendo como piedras en mi cabeza. Allí estaban los bomberos esperándonos para refrescarnos. Pero de repente las piernas hicieron un amago de calambre y tuve que pararme casi en seco. Anduve unos metros, vi que todo iba bien y continué. Qué duro estaba siendo. La falta de entrenamiento específico me estaba pasando factura, pero ya veía la meta en mi cabeza. Incluso iba a hacer un buen tiempo para las circunstancias. Llegué al último avituallamiento en el kilómetro cuarenta. Pasé a unos cuantos cadáveres andantes. Algún otro corredor me pasaba también. Veía a gente andando y directamente parada. Esos últimos kilómetros se pueden convertir en una pesadilla. Tuve que para otra vez en la subida del puente de Cesáreo Alierta. Esa pequeña cuesta ya era mucho para mis cuádriceps. Retomé la marcha y ya crucé el cartel del último kilómetro.
Intente disfrutar del ambiente y de los ánimos. El gentío te da un subidón de adrenalina que te impulsa para no desfallecer. Se me ponen los pelos de punta. Encaré la última recta y ya estaba buscando a mi mujer y a mi hijo que siempre me esperan en ese último kilómetro. Y allí estaban. Ya veía la plaza del Pilar. Lo iba a hacer de nuevo. Empecé a llorar, pero no me caían lágrimas, no me quedaba ni una gota de agua en el cuerpo.
Ultimo giro y allí estaba. La meta. El preciado tesoro. Lo que tanto rato llevaba en mi cabeza. Por fin. Esta vez, a escasos metros, paré y decidí cruzar andando para disfrutar al máximo de ese momento. No podía más. Estaba verdaderamente cansado.
Un par de días después empecé a pensar en cual sería la siguiente. ¿Es normal? De momento lo que quiero es disfrutar esta. La siguiente ya se verá.

Cena y a dormir pronto que había que descansar.
Las previsiones de lluvia en la salida se cumplieron,aunque fue una lluvia muy ligera. En el calentamiento me encontré muy bien. Trote, aceleraciones, movilidad. Ya se empezaba a notar ambiente en la zona de salida. Muchos runners
y familiares listos para afrontar, en unos casos 10 kilómetros y en otros la media maratón.
La media maratón es un tipo de prueba diferente. No es tan explosiva como los diez mil ni tan sostenida como una maratón. Tiene la distancia suficiente como para que puedas exigirte, pero sin ir con la lengua fuera. Es una distancia perfecta para combinar control y ritmo. En un maratón debes controlar mucho la velocidad porque si no lo haces se te puede hacer muy largo. En la media maratón puedes permitirte jugar un poco más. Puedes probarte y exigirte durante buen aparte de la prueba y llegar al final con fuerzas suficientes. En un maratón no, como te pases un poco, no llegas. Es una distancia perfecta para disfrutar y que no se te haga demasiado corta (o larga).
Se dio la salida a las 10:03 tras los patinadores. Había demasiada gente y como no había cajones estábamos juntos los de ambas distancias y de todos los ritmos. Esto hizo que los primeros 400 metros fueses muy lentos con lo que tuve que recuperar ese tiempo en los siguientes 600 metros para empezar el primer kilómetro dentro de tiempo. La previsión era ir a 4:55 - 4:58 el kilómetro, pero enseguida me puse a 4:51- 4:55. Me encontraba bien, encontré un buen grupo y me puse con ellos. Javi, que se había quedad atrás, enseguida contactó conmigo y comenzamos a rodar juntos.
Íbamos muy bien, con un ritmo constante cual martillo pilón. Incluso nos permitíamos el lujo de comentar el ambiente y hablábamos de lo que engancha esto de correr. Ya en solitario (habíamos dejado el grupo atrás) seguíamos devorando kilómetros sin perder ritmo. Llegó el kilómetro 9 y tomé el primer gel, como siempre. Qué bonito es correr por donde has pasado tantos días de niño jugando, ¡Qué recuerdos!
Ver a la familia cerca del kilómetro diez nos dio un empujón de energía. Les volvimos a ver varias veces ya que el circuito se prestaba a que los familiares pudieran vernos en varios puntos. Algo que esta genial.
Completamos la primera vuelta. Diez kilómetros. Me encontraba muy bien, el ritmo era constante a 4:52 - 4:55. Íbamos en tiempo. De nuevo recorrimos la parte donde puedes ver la playa y el mar. Qué maravilla. Llegamos al punto de giro en el kilómetro 16 aproximadamente. Seguimos sin inmutarnos por encima del ritmo objetivo.
Pasamos por el último avituallamiento y logré a duras penas coger un vaso casi sin agua. Insuficiente para mi gusto, pero en esta carrera no hay botellas algo que en mi opinión es mejorable. Tal y como estaba dispuesto el avituallamiento, tanto el agua como el isotónico (que era Aquarius®, no isotónico) consistía en vasos de cartón que entre que no lo llenan mucho y lo que tiras al cogerlos se queda en nada. Tienes que coger varios para poder hidratarte adecuadamente. Creo que al menos el agua deberían darlo en botellín para una correcta hidratación de los corredores. Supongo que será tema de que así es más barato.
Bueno, ya solo quedaban cuatro kilómetros y aunque las piernas ya empezaban a dar señales de cansancio, sorprendentemente me encontraba bastante bien.
Llevábamos bastantes kilómetros con un par detrás de nosotros. Les íbamos marcando el ritmo lo cual nos agradecieron y se unieron a nosotros. Giramos a la derecha a una zona en ligera subida que me costó mucho superar. Ya iba justo de fuerzas. Tanto Javi como los otros dos con los que formábamos el grupo tiraron de mí. Ya de bajada recuperé y encaramos el ultimo kilómetro. Habíamos ido por debajo de 4:50 los últimos kilómetros y la fatiga era evidente en mí. Este ultimo kilómetro es en subida. No podía ir más rápido. Mantuve el ritmo ya casi sin fuerzas a 5:00. A falta de pocos metros miré el reloj; lo iba a conseguir. Apreté los dientes para superar el último repecho matador que hay antes de meta y, al fin, crucé la meta. 01:44:42 para 21,49 kilómetros según el GPS (4:53 min/km).
¡Había conseguido mi mejor marca personal en media maratón! El entrenamiento había dado sus frutos.
Además, ¡Javi lo logró también!
Como mola esto de correr. ¡Qué subidón de adrenalina!
Tras ducharnos bajamos a ver la playa. Qué paz.
Y luego fuimos a celebrarlo con una buena calçotada. Espectacular.
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El nuevo año ya está en marcha. Muchos hemos vuelto a la rutina de trabajo, y aunque los reyes magos aún no han llegado, esto comienza de nuevo. Como siempre desde hace varios años, me siento a reflexionar cómo me han ido estos últimos doce meses.
A veces no prima la cantidad sino la calidad. Mi tiempo
dedicado a la lectura este año que acaba ha sido menos del que me hubiese
gustado. Espero poder dar ese paso de dedicar mas tiempo a los libros. De todas
maneras, doce títulos han pasado por mis manos. Y repasando lo que he podido
leer, la calidad ha primado por encima de todo. Muchos de los libros que he podido
disfrutar este año los volvería a leer, sin duda.
Empecé el
año con How to Meditate: A Practical Guide to Making Friends with Your Mind
de Pema Chödrön. Aunque el título sea algo vendehumos, la autora no lo
es. Es una monja budista tibetana autora de numerosos escritos sobre el budismo
y la meditación. El libro se lee muy fácil y es muy útil como una primera toma
de contacto con la meditación. No me aportó mucho nuevo, pero es una lectura
amena para los no iniciados.
Como seguidor de la filosofía del minimalismo no podía dejar
de leer a Josua Becker, un referente. En su libro Simplify: 7 Guiding
Principles to Help Anyone Declutter Their Home and Life nos anima a parar y
reflexionar sobre nuestras posesiones, su significado y el hábito del
consumismo. Nos anima a dejar de acumular y a empezar a disfrutar de la vida
con menos. Por qué menos es más. En mis notas escribí lo siguiente: «Un libro corto pero inspirador».
El estoicismo ha ocupado gran parte de mi año. Séneca y Epicteto
han ocupado un lugar destacado en mis lecturas con Cartas a Lucilio y Manual de
Vida. Sabiduría en estado puro. Unos textos de una practicidad moderna que
parece mentira que los aprendizajes que se obtienen hayan sido obtenidos de las
reuniones y charlas de dos humanos nacidos hace dos mil años. Si quieres
aprender a vivir (y a morir) de una manera más equilibrada, sana y real debes
leer a los estoicos. Imprescindibles. Además de los clásicos también quiero
destacar Cómo ser un estoico de Máximo Pigliucci, un estoico moderno. Un
libro súper bien escrito que nos acerca esta filosofía a nuestros días.
La productividad y el alto rendimiento es algo que me apasiona, y
cada año intento seguir aprendiendo a estar más enfocado y ser más eficiente
con menos estrés. Este año he podido leer dos de los mejores libros de Oliver
Burkerman. En primer lugar: Cuatro mil semanas: Gestión del tiempo para
mortales. Nos da una visión de la gestión del tiempo muy acertada y alejada de
los cánones habituales. Rechaza la idea de tener que hacerlo todo a toda costa
y de que hay que aprovechar cada segundo con actividades una tras otra. Una
idea con la que me identifico cada vez más.
En segundo lugar, un librazo: El antídoto. Un concepto rompedor,
pero no menos real y válido de cómo alcanzar la felicidad (si es algo que haya que alcanzar, cosa que no creo) a través de lo que él llama la vía negativa.
Y a propósito de felicidad, he leído Una buena vida. El
mayor estudio mundial (Estudio Harvard) que se centra en analizar la vida de cientos de personas, y que realiza un seguimiento periódico a lo largo de sus vidas. Casi 100 años de estudio que continua en nuestros días, dirigido en
este momento de Robert Waldinger y Marc Shulz. En él, responden a una cuestión fundamental: qué nos hace felices; mediante las constantes entrevistas a los cientos de
participantes y su descendencia a lo largo de los años. Y no, no es el dinero
lo que nos hace felices. Tendrás que leerlo para averiguarlo.
También he leído 1984, la clásica novela de George Orwell,
que no por clásica deja de tener una trama bastante actual. Tenía muchas ganas
de leerlo y no encontraba el momento. Me gustó.
Quiero destacar La dieta de la longevidad del Doctor
Valter Longo que nos narra sus estudios acerca al ayuno y las mejores dietas para envejecer
sano. Un libro de ciencia, sobre el método científico utilizado, con resultados
muy bien explicados. Aunque puede ser que se haga algo pesado para la gente que
no esté acostumbrada a leer estudios científicos, no deja de ser muy útil para
entender la teoría que nos propone.
El deporte, y más concretamente correr, es una de mis pasiones. No pude perder la ocasión de leer acerca de la historia que hay detrás del entrenador de los mejores
atletas del mundo, los kenianos. We Share The Sun es la historia de
Patrick Sang el exatleta y entrenador que con sus métodos y filosofía ha hecho
que estos atletas sobrehumanos alcancen los éxitos en el mundo del atletismo. Un
libro de la periodista Sarah Gearhart.
Aquí tienes el listado completo que también puedes consultar en mi diario de lecturas:
- How to Meditate: A Practical Guide to Making Friends with Your Mind de Pema Chödrön.
- Simplify: 7 Guiding Principles to Help Anyone Declutter Their Home and Life de Joshua Becker.
- Un manual de vida de Epicteto.
- Cuatro mil semanas: Gestión del tiempo para mortales de Oliver Burkerman.
- La dieta de la longevidad: comer bien para vivir sano hasta los 100 años del Dr. Valter Longo.
- El antídoto de Oliver Burkerman.
- 1984 de George Orwell.
- Cartas a Lucilio: epístolas escogidas de Séneca.
- We Share The Sun: The Incredible Journey of Kenya´s Legendary Running Coach Patrick Sang and the Fastest Runners on Earth de Sarah Gearhart.
- Cómo ser un estoico de Máximo Pigliucci.
- Una buena vida de Robert Waldinger y Marck Schulz.
- Armas de titanes de Tim Ferris.
El pasado domingo corrí la 10K de Zaragoza 2023. Hace diez años, en 2013, corría mi primera carrera, precisamente esta misma 10K. Y en este 2023 decidí correrla para celebrarlo. Si nos ceñimos a la realidad, la de 2013 no fue mi primera carrera. Aún me recuerdo corriendo junto a mi madre la mítica carrera del Pryca en Zaragoza allá por los años 90 cuando era un niño.
El deporte siempre ha
formado parte de mi vida, desde mi infancia hasta ya bien entrada la edad de
adulto. Tras unos años de no practicarlo necesitaba moverme. Mi cuerpo, pero
sobre todo mi mente me lo pedía. Empecé a ir en bici y a participar en alguna
carrera popular. Poco más tarde empecé a correr. Quizá porque correr requiere
mucho menos tiempo o por probar, no lo recuerdo muy bien. El hecho es que me
enganchó y mucho. Llegar a correr treinta minutos seguido fue un hito —quién lo
diría. Pero por algo se empieza.
Por aquel entonces no
sabía nada ni de ropa técnica, ni de zapatillas específicas de correr, ni de nada
de eso. Tenía un reloj con cronómetro, unas zapatillas de deporte y poco más. No se necesita nada más para correr. No se
necesitan la últimas zapatillas del mercado ni el último reloj con GPS, que te
hace electrocardiogramas para decirte que te estas muriendo en el kilómetro nueve de un diez mil cuando vas a tope de pulsaciones. Nada de eso va a hacer que
quieras salir a correr si no lo llevas dentro.
Poco a poco y con
constancia comencé a recorrer distancias más largas y un poco más rápido. Aunque
no me he caracterizado nunca por la rapidez ni me ha interesado mucho los
tiempos. Sí que me he marcado objetivos y lo sigo haciendo ya que creo que son
buenos para no perder la motivación, pero correr unos segundos más rápido por kilómetro
no me ha supuesto nunca dolores de cabeza.
Entre kilómetros y kilómetros, de noche, de día, bajo la lluvia y la niebla pensaba en nuevos retos. Y así surgió correr una media maratón. Creí que estaba preparado. Entrené como pude, y en marzo de 2014 crucé la meta de mi primera media maratón. Una gran experiencia. Yo seguía corriendo y ¿ahora? —me preguntaba. En septiembre de ese año estaba con mi mujer viendo la llegada del maratón de Zaragoza. Veía a la gente llegar, y aunque estaban realmente destrozados, su cara de felicidad lo decía todo. Y pensé: quiero correr un maratón, quiero experimentar que se siente a hacerlo. Precipitadamente me apunte al maratón de Barcelona del año siguiente. Empecé a entrenar y todo iba estupendamente hasta que a las pocas semanas de debutar me lesioné. Un dolor en la cintilla iliotibial me impedía correr —algo que ha sido recurrente en mi cuando he hecho grandes volúmenes de trabajo. Y tuve que posponerlo.
Una operación de tobillo y tres años después
debuté en esta mágica distancia: El Maratón. Algo inolvidable. Fue el 13
de mayo de 2018 en mi ciudad, en Zaragoza. Un día mágico donde empezó mi
pasión por esta distancia que he repetido dos veces más en Valencia
en 2021 y de nuevo en Zaragoza
en 2023.
Una maratón es algo
diferente. Tiene esa mezcla entre lo físico y lo mental que la hace especial.
Todo el entrenamiento y el sacrificio merece la pena. Nunca antes he sentido lo
que he sentido cruzando la meta de un maratón, es sublime.
Tras el maratón de
Valencia escribí esto que define perfectamente lo que representa el maratón
para mí:
La sensación de realización es grandiosa. Estás muerto, pero más vivo que nunca. Tus piernas no pueden dar un paso más pero estás eufórico, eres imbatible. Feliz.
Correr significa mucho más que salir a trotar. Hace que sientas cosas que nunca vas a poder sentir de ninguna otra manera. Sirve para desestresar, liberar la mente y auto motivarte. Aumenta tu creatividad, tu felicidad y tus ganar de continuar adelante. Eres mejor persona y mejor ser humano. Te hace física y mentalmente más fuerte. No necesitas nada más que una camiseta, un pantalón y unas zapatillas, y ni si quiera eso. No se trata de ser el más rápido sino de encontrar el mayor grado de felicidad. Yo seguiré hasta que no pueda más. Porque si algo te gusta hazlo hasta el final.
Diez años en los que correr se ha hecho para mí algo vital. Parece mentira que algo como ponerse unas zapatillas y salir a correr libre, suponga tanto para muchas personas. No es algo casual, como ya se ha demostrado, correr no solo mejora tu estado de forma, sino que mejora tu estado mental. Es una terapia para muchos.
Y no están tan lejos de
la realidad. Las mejoras que se generan en el cerebro la práctica del deporte y
del running en particular son varias
tal y como ya han demostrado varios estudios. Mejora la capacidad cognitiva, la
resistencia, reduce los niveles de estrés y proporciona una gran sensación de
bienestar.
Pero más allá de todo
esto, correr te hace más feliz o, por lo menos a mí me lo hace.
No solo me ha ayudado a
desconectar o a soltar toda la tensión diaria, sino que me ha ayudado también a
superarme y a motivarme. Es un deporte tan mental que todo ese trabajo
que haces de concentración y sacrificio puedes aplicarlo también a tu vida
diaria haciendo que todo fluya y mejore.
Desde que tengo registros
(junio de 2013) he corrido casi 9.000 kilómetros (8.916,9 exactamente). Cientos
de horas conmigo mismo y mis pensamientos o ausencia de ellos. Espero poder
correr otros nueve mil al menos.
Desde entonces, de las 51
carreras en las que he participado, 36 han sido corriendo. Entre ellas: 3
maratones, 10 medias maratones, varias 10K, 5K, San Silvestres y otras, entre
las que puedo destacar la Behobia San Sebastián. Si quieres saber el listado
completo lo puedes consultar aquí.
Hoy cumplo 42 años. Se dice rápido, y han pasado rápido. Todo un maratón de vida. Durante este tiempo he tenido la inmensa suerte de vivir. Vivir cosas buenas y muy buenas, malas y peores pero de cada una de ellas he intentado llevarme un aprendizaje. Porque si no aprendemos de nuestros errores e incluso de nuestros aciertos no avanzamos, no mejoramos, no crecemos. Y eso es lo que me gusta de todo esto. Que tenemos una oportunidad de crecer cada día. Pero para ello hay que trabajar en cada concepto de nuestra vida. Poco a poco, sin prisa. Querer ser mejor es un compromiso con uno mismo. Es un viaje apasionante. A cada segundo hay que sacarle el máximo jugo y luego beberlo como un elixir de sabiduría y experiencias.
Por eso, en el día de mi cumpleaños, os quiero regalar 42 conceptos (que podrían haber sido cien pero no pegaba) que he podido aprender sobre cómo vivir una vida que yo creo que merece ser vivida. Una vida centrada y con equilibro. Una vida lo mejor posible con los recursos de los que disponemos. Porque como digo en uno de los puntos: eres (somos) unos privilegiados. Y no nos damos cuenta de ello porque vamos por la vida corriendo. Vamos intentando apagar fuegos que en realidad no van a quemar nada. Creemos que hacer más y más es mejor. Creemos que cuanto más hagamos más felices seremos. Tenemos la idea de que hay que aprovechar el tiempo sí o sí y lo llenamos con cualquier mierda que nos encontramos de cara. Y, señoras y señores, eso precisamente es todo lo contrario a vivir una vida con sentido.
Mis 42 conceptos:
- Siempre hacia adelante.
- Leer te hace mejor persona y te permite crear recursos para poder tomar mejores decisiones. Te ayuda a desarrollar la mente y vivir con más equilibrio.
- Respirar es la clave. Aprende a respirar y a centrar tu mente en la respiración. Utilízalo para volver al presente. Es una técnica poderosa.
- Hay que cuidar tu mente al igual que tu cuerpo.
- No somos máquinas, somos seres humanos. "Tu mente es para tener ideas, no para almacenarlas". - David Allen.
- Aprende a decir que no más a menudo.
- Trabaja tu productividad y organización personales. Intenta buscar formas más eficientes de hacer tu trabajo que conlleven menos esfuerzo y mejores resultados. Verás como tu estrés se desvanece.
- La felicidad no es el fin, es la consecuencia.
- Ser padre es la mejor experiencia vital a la que uno puede aspirar. Es la mejor decisión que he podido tomar en mi vida. Puedes querer mucho a tus padres, pareja, hermanos e incluso mascota, pero nada es comparable como el amor hacia un hijo.
- Sin música la vida no tendría sentido. (Nota: el reguetón no es música).
- Al final...al final…nunca pasa nada. Teoría de la aceptación sin lucha.
- Sufrir forma parte del camino.
- Soy un privilegiado (y tú, seguramente, también). Tenlo presente cada día.
- Correr es libertad y la maratón una droga. Lo que he sentido cada vez que he cruzado la línea de meta en un maratón es irrepetible, es especial.
- Simplificar es la clave. Busca la manera de simplificar cada tarea, acción o pensamiento. Serás más libre, estarás más relajado y enfocado. La simplicidad es la máxima sofisticación.
- Busca un sitio donde te sientas a gusto y vuelve a él a menudo.
- Para,
- Piensa,
- Ordena,
- Y continúa.
- Se consecuente con lo que dices y haces.
- Utiliza la regla del 50-30-20 para tus finanzas personales. 50% para gastos fijos, 30% para disfrutar y el 20% restante para el ahorro e inversión. Intenta adaptar tu economía a esa regla. Si lo haces nunca vas a tener problemas de dinero.
- A veces hay que ser egoísta. La mayoría no.
- Te van a recordar por lo que eras no por lo que conseguiste.
- Con respeto y educación vas a avanzar el doble.
- Estudia, aprende, fórmate, sé curioso. Subirás el nivel.
- Reduce al máximo la cantidad de información que metes en tu cerebro. La sobre información y la basura mental te hace reducir tu capacidad de concentración, te estresa y te hace peor.
- Prioriza el descanso de calidad ante cualquier otra cosa.
- Lo importante es lo más importante.
- La multitarea no es de listos. Hacer muchas cosas a la vez te hace menos productivo y eficaz. Enfócate en solo una cosa a la vez. Verás como cambian los resultados.
- Céntrate en lo que tienes el control y olvídate del resto. No puedes hacer nada frente a lo que no tienes control (es decir, en la mayoría de las cosas). Estoicismo puro.
- Encontrar tiempo para ti es fundamental. Tú solo. Contigo. Para reflexionar dónde estás y a dónde vas.
- No vivas nunca por encima de tus posibilidades. Tampoco por debajo.
- Te en cuenta que no siempre vas a estar bien. Y al contrario. Hay días buenos, malos, muy buenos y muy malos. Hemos venido a jugar.
- Cuanto más experiencia tienes más interiorizas que la opinión de la gente no importante en tu vida vale una mierda.
- El coche que tienes no determina el nivel de persona que eres. Ni tú éxito, ni nada. Esta bien tener cosas que te gusten pero hay que ser consciente de lo que representan. El mayor acierto de una persona es saber que aún teniéndolo todo podría ser igual de feliz no teniendo nada. En cuanto sepas que has llegado a ese punto lograrás gran parte de la tranquilidad que necesitas.
- ¿Qué quieres ser? ¿Dónde quieres estar? ¿Qué quieres conseguir de aquí a 5 años? Si te hubieses hecho esta pregunta hace cinco años ¿cuán cerca estarías de la respuesta que diste? ¿Qué has hecho para que eso se produzca? ¿Te estás moviendo?
- Todos vamos a morir algún día. Deja de esperarla, llegará. En cambio, intenta que cuando llegue estés orgulloso de ti mismo y de lo que hiciste, pero sobre todo de lo que intentaste hacer. Porque no todo lo que se intenta se consigue. Eso es imposible. En el camino está la verdadera felicidad. La meta es una consecuencia.
- Si algo te da miedo, hazlo con miedo. (Quizá sea el mejor consejo que te puedan dar).
- Haz ejercicio. Mantenerse en forma es fundamental. Si no lo haces pierdes un pilar importante. Te sentirás mejor cada día.
- Mi último año. El que acabo de dejar atrás. Qué bueno es cumplir años. A por más.
- Will see...










